El 26 de julio de 2014, Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general saliente del PSOE pedía en su una intervención ante el plenario, que los militantes mantuvieran una postura «ejemplar» y “coherente con los principios del Partido Socialista”. Hoy, en el día de su fallecimiento, quiero recordar las palabras de un hombre ejemplar y auténtico que trasciende de las siglas de cualquier partido y que es parte ya de la memoria democrática de Cantabria y de España.
Alfredo decidió comprometerse en política con la lucha por las libertades y con la consolidación de la democracia en nuestro país. Gracias a él y a su generación, hoy podemos disfrutar de aspectos tan trascendentales como la universalización de la educación pública y la reforma del sistema educativo, además de su papel decisivo en el fin del terrorismo de ETA. Alfredo destacó por su brillantez intelectual, su capacidad de trabajo y esfuerzo y su meticulosidad.
Tenía esa cualidad de conversador tolerante, conciliador, respetuoso de lo distinto. Era un hombre que conseguía hacer el silencio alrededor cuando hablaba y quienes le conocieron más cerca en la casa de los socialistas de Cantabria de la calle Bonifaz, cuentan que era además de serio, meticuloso y directo.
Hoy llora la familia socialista, de Cantabria y de España pero también el estado en su conjunto expresa su dolor y sincero reconocimiento tras una vida entera dedicada a servir a su país.
Como socialistas, despedimos al compañero que fue nuestro secretario general entre 2012 y 2014. Como españoles, decimos adiós a quien tanto contribuyó a forjar el país del que nos enorgullecemos.
Aquel 26 de julio de 2014, Alfredo se despedía de la secretaría general ante los 3.000 asistentes al congreso extraordinario del PSOE, proclamando una frase que hoy cobra, por desgracia, sentido: “Soy socialista y lo seré hasta el final de mis días».
Pablo Zuloaga